La botella se vaciaba al mismo ritmo que vertíamos las novedades. Parecía imposible resumir aquellos tres años en un litro y medio de vino, pero las palabras y los gestos fluían al rededor de la mesa, tan lejos de aquella que conquistábamos cada mañana en el club social, a borbotones.
Las noticias dieron paso a las anécdotas compartidas en un tiempo pasado y luego... un silencio con sabor a Rioja.
- ¡Tres años!
Asentí mientras suspiraba.
No tenía ni idea de a cuántos días equivalían, nunca fui buena en matemáticas y siempre creí que el tiempo se parecía más a un chichle, que se estiraba y encogía de forma caprichosa y poco favorable, que a una línea recta. Pero en aquel momento, tres años se me antojaban fugaces.
- ¿Sabes? Ahora mismo juraría que no han pasado ni tres días.
Sonreímos y asentimos mirándonos complacidas.
- Hagamos un pacto - Serví el poco vino que quedaba y levanté mi copa.- No más años en blanco.
- No más años en blanco.
No sé si fue el sonido del brindis, la promesa en sí o la alegría que nos desbordaba la que provocó la estampida de proyectos, pero fue un placer hablar del futuro y construir hipótesis de nuevo contigo.
Que bonito un reencuentro, ese reencuentro que tanto esperas después de tanto, después de una larga espera de repente tienes sentada a esa persona en frente de ti. La miras, sonríes y en ese momento parece que fue ayer cuando tenías a esa persona a tu lado y han pasado tres años desde entonces..Que bonita sensación, un reencuentro de una bonita amistad. Ojalá, tan sólo a veces, el tiempo pasará más deprisa para que llegara ese día.
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