jueves, 11 de marzo de 2010

En el tren


Cada vez que montaba en un tren tenía la sensación de que era el mundo y no el vagón el que se movía. Y por más que observaba el paisaje al otro lado del cristal, se sentía estática.
El chico del asiento contiguo volvia a moverse y su ipod caía de nuevo irremediablemente. Aquel aparato tenía cierta fijación con el suelo, parecía que la gravedad le atraía de forma especial pues era la quinta vez que terminaba colgando de los auriculares.
Al otro lado del pasillo un niño de unos 5 años juguetea con el reposabrazos después de haberse pillado el dedo en ese juego unos momentos antes. A los dos minutos vuelve a berrear porque cometió de nuevo el error de acercar demasiado su minúsculo dedo a la juntura.
"Parece que el ser humano no sólo tropieza dos veces con la misma piedra, a veces se lanza de cabeza sobre ella" piensa mientras suspira e intenta alejar de su cabeza todo aquello que su corazón bombea.

2 comentarios:

  1. és brutal, perquè realment passa això. Bé, jo crec que la pedra la porte enganxada a la sabata, i per això sempre entropesse amb la mateixa...

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