martes, 26 de octubre de 2010

El misterio de los calcetines


Arrodillada en el suelo tantea el hueco bajo mi cama, pero tampoco está allí. La observo mientras se incorpora con el calcetín viudo en la mano derecha y se muerde el labio inferior.
- Lola - reclamo su atención
- No encuentro el dichoso calcetín.
- Lola, cariño
- Siempre lo mismo. No sé dónde se meten.- sale de la habitación aún con la solitaria prenda en la mano y se dirige a la galería sin ni siquiera mirarme - A veces creo que es una broma.
Abre la lavadora y mete el brazo en el tambor vacío. Se agacha y husmea en su interior.
- Nada, aquí tampoco.
- ¡Lola! - la cojo del brazo para asirla y la miro intentando no llorar - Para por favor.
- ¿Sabes cuántos de estos tengo sin pareja?- me espeta poniéndome el calcetín en las narices.
- Lola, se ha ido.
Miro a mi amiga intentando encontrar algún gesto de comprensión, pero su cara no muestra nada. No hay reacción por su parte.
- Lola ¿me entiendes?
El silencio no ayuda. Ya no sé si es necesario comprobar si ella está bien y comprende lo sucedido o apartarme y dejar que continúe su búsqueda.
- Luís- pronuncio su nombre sin perder de vista sus ojos - ha tenido un accidente- ella tiembla - Lola, ha muerto.
Siento la gravedad de la situación en cada respiración y continúo escrutando sus reacciones, pero nada.
Ella se zafa de mí y me mira sólo un segundo antes de continuar aquella misión que hoy le sirve de muralla.
- ¿Dónde estará el maldito calcetín?

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