miércoles, 12 de mayo de 2010

El verano de nuestras vidas

-¿Recuerdas aquel verano? Tú parecías tener alergia a las camisetas porque ibas siempre con el torso descubierto, y ¡qué torso!. Me resultaba difícil mirarte a la cara y no al pecho o al estómago.
Sonrío y miro al suelo, se que resulta ridículo pero me da vergüenza sonrojarme. Disimulo y me sirvo un poco más de vino.
- En serio Juan, aún sueño contigo saliendo del agua y despegándote el bañador de la piel.-miro al cielo y suspiro mientras cubro mis ojos con la mano a modo de visera- No creo que durmieramos más de 3 horas diarias. Eramos expertos en escabullirnos cada noche y volver antes del amanecer, creo que esa es una de las razones por las que puse aquellas horribles rejas en casa cuando tuve a Laura.
Ahora quiere ser bailarina. Mi hija soñando con ser bailarina y yo que quise recorrer el mundo con una cámara le demuestro mis miedos diciéndole esa rancia frase de: "eso no te va a dar de comer" o "no vivas de fantasías".
¿Qué me ha pasado?
El viento mueve las hojas de los árboles y barre los sentimientos agrios. Los reproches pasan mejor con un trago y yo me bebo todo el contenido de mi copa.
- Creo que nunca he bailado tanto como aquel verano Juan. Fue el verano de nuestras vidas y el tiempo se lo llevó, como tantas otras cosas.
Me pongo en pie con dificultad sin soltar la copa y la botella. Sirvo más ribera y dirijo mi brazo hacia ti.
- Por lo mejor de nuestras vidas y lo que compartimos.
Las lágrimas se mezclan con el vino mientras bebo la mitad de mi copa y siguen resbalando por mi cara cuando derramo el resto de alcohol sobre el césped mullido que cubre tu tumba.

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