lunes, 8 de febrero de 2010

Del hogar y otros cuentos


El vaho de las ventanas me hace sentir a salvo mientras saboreo la calidez del consomé sentada en el sillón preferido de mi gata, ese que tanto acaricia duramente con sus uñas, unas uñas que perdieron su utilidad, pues no hay más que una mosca o polilla casual que juguetea al pilla pilla con ella.

-No hay caza querida- le digo mientras sonrío de medio lado.

La manta que hizo mi tía me hace añorar las tardes de tricotar en las que creo que nunca llegué a hacer más de un cuarto de bufanda, eso sí, un cuarto de bufanda como mi vida: completamente irregular, pero no me hace sentir el hogar. Ni siguiera el sabor a carne y verduras que inunda mis papilas, ni la música de The Boss.

Cierro los ojos y trato de pensar qué me falta, y me encuentro a mí, pero no quien soy ahora sino aquella que fui, aquella que seré, aquella que se perdió por el camino.

Y apretando un poco más los párpados, mordiendo todos esos deseos que a veces confundo y escondo, me descubro, a esa yo de verdad hecha un ovillo entre unos cálidos brazos, los tuyos, entre todos los que se me ofrecen (enamorados, antojadizos, intermitentes, etc) sólo entre los tuyos, siendo yo misma podré sentir mi hogar.

1 comentario:

  1. para ser tu misma tienes que descubrirte, no basta quererse, sino saber que existes como un todo..
    y los abrazos, los besos y las sonrisas ya volverán atraídas por tu presencia y podrás saborearlos mejor..

    ResponderEliminar