miércoles, 17 de febrero de 2010

Metamorfosis de una ciudad

Los lugardes que adoras cambian sutilmente cuando se los descubres a otras personas.
así, aquel restaurante diminuto con las paredes llenas de libros en el que te refugiabas, puede convertirse en el lugar más bello y acogedor del mundo cuando entras por la puerta seguida por esa persona que hace que tu sonrisa trabaje a jornada completa.
Pero una vez descubres que no fuiste más que otro capricho en su vida de niño bien, cuando tu sonrisa pide la baja, ese restaurante se transforma en el más frío de los páramos y mil flechas se clavan en tu cuerpo, una al probar el vino y recordar su cara, otra al ver aquel libro que mereció una larga conversación, cada una por un recuerdo.
Porque los espacios son sólo espacios hasta que los llenamos con experiencias.

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