viernes, 29 de enero de 2010

Caperucita y el lobo




Reloj Bulgari de pulsera, zapatos a los que algunas personas llaman náuticos y otras mocasines, camisa de manga larga con 30º a la sombra, pude oler su perfume a 4 metros de distancia.
Definitivamente no es el tipo de hombre en el que me hubiera fijado en un bar, ni tan siquiera en el metro si hubiera estado sentado frente a mí, aunque algo me dice que no es de los que usan el metro.
- Has venido
- Te dije que sí
- Ya... pero... la verdad es que no sabría si tú...
Tantas dudas me aburren siempre me han aburrido, definitivamente no sé que hago aquí.
Él nota mi contrariedad.
-Bueno... es que estoy nervioso... bastante... es la primera vez que hago esto.
-Vaya, no sabía que eras virgen.- Sonrío de medio lado.
Risas nerviosas que en un hombre maduro resultan cercanas a lo ridículo.
- Ya sabes que no.
-Bueno, saber,saber. Lo supongo, más que nada porque no creo que tu mujer sea la inmaculada concepción.
Más risas ahogadas.
-No, no claro. Entra- Con su mano señala el ascensor mientras mira hacia todos los lados como un paranoico con demencia persecutoria, pero supongo que esa forma de actuar en su situación es normal.
Caminamos por pasillos que se asemejan cada vez más al laberinto de Ariadna.
"Ahora sí estás perdida nena" me digo a mí misma mientras sigo a aquel hombre que camina con paso rápido sin mirarme apenas.
Una puerta cerrada. Un timbre. La espera. Nos hacen pasar a otro pasillo y allí nos dan una llave.
Una puerta abierta y al otro lado, cama jacuzzi, una botella de cava y dos copas.
"¿Dónde coño estás? empieza a parecerse a una peli de tarde un tanto escabrosa"
Él no puede reprimir un gesto bastante significativo: con su pulgar acaricia la alianza que le ata a esa moral que pretende dejar a un lado
- No sé por dónde empezar... la verdad...
Más titubeos, estoy harta.
Le beso, le muerdo, le busco y me sorprendo al descubrir que bajo todo ese disfraz de empresario con éxito, buen padre y amante esposo, se encuentra un cuerpo que, esta vez sí, es cercano a mis gustos.


***

Desnudos en la cama retira de mis ojos el flequillo de una manera tan dulce que me estremezco.
-Increíble, eres increíble niña.
"Bueno, tú tampoco has estado mal" pienso, pero por respuesta tan sólo sonrío.
-Sabes... no imaginé nunca tener este lado oscuro, pero me gusta niña... contigo me gusta... y mucho

No hay comentarios:

Publicar un comentario